Manipular físicamente a las mascotas puede ser un proceso delicado, tanto si son pequeñas y frágiles como grandes y simpáticas. Todas las mascotas merecen respeto y espacio personal. Un trato inadecuado puede hacer que animales por lo demás obedientes muestren signos de agresividad y estrés, como gruñidos/siseos, arañazos o incluso mordiscos.
A los niños les suele costar entender los límites con los animales, por eso es tan importante educarles sobre cómo manejarlos con seguridad. Así que vamos a hablar de algunas medidas que los padres pueden tomar para que las interacciones con los animales sean seguras y divertidas tanto para las mascotas como para los niños.
#1 Todo el mundo -especialmente las mascotas- merece límites
Por muy dulce que sea la mascota, puede acabar frustrándose con un niño que sigue invadiendo su espacio. Incluso si no están haciendo nada necesariamente doloroso, la mascota puede arremeter para decir: «Eh, déjame en paz». Las mascotas no pueden usar palabras para comunicarse, por lo que recurren a la evitación (alejarse), las advertencias (gruñir o silbar) o los comportamientos de autodefensa (morder, arañar, etc.) para indicar que se sienten incómodas. Cada mascota es única en cuanto a la rapidez con la que pasa de una fase a otra, pero todas tienen un límite a partir del cual pueden morder o herir a alguien.
Como padre, es tu deber enseñar a tu hijo a dejar espacio a los animales, sobre todo si la mascota da señales claras de que quiere que la dejen en paz. Los niños pequeños NUNCA deben quedarse solos con animales de compañía, ya que existe riesgo de lesiones (o, en casos extremos, de muerte) tanto para el animal como para el niño.
Supervise siempre a su hijo cuando esté cerca de animales, incluso de perros y gatos que parezcan amistosos, hasta que sepa que su hijo entiende los límites y el lenguaje corporal de la mascota.
#nº 2 Enséñeles a acariciar y sostener correctamente a un animal
Utilizar la mano plana para acariciar algo no siempre resulta natural para los niños, y cuanto más pequeños son, más probabilidades tienen de agarrarse y arrancarse el pelo. Es fundamental que enseñemos a los niños a acariciar correctamente a un animal, y esa técnica depende de la especie.
Practicar las caricias con la mano plana sobre un peluche puede ser una buena forma de enseñar hábitos seguros. Sostener o transportar un animal de compañía es una historia completamente diferente y lo mejor sería no permitir que los niños pequeños cojan y sostengan un animal, aunque sea un perro o un gato. Los niños no siempre tienen el control muscular necesario para sostener a un animal de su tamaño y peso. Suele ser incómodo e incómodo para el animal y podría provocar lesiones accidentales en ambos lados. Espere a que su hijo tenga edad suficiente para sostener cómodamente a un animal antes de permitirle cogerlo.
#3 No todos los animales son amistosos
Cuando los niños sólo han estado rodeados de perros y gatos amistosos, tienen una falsa sensación de seguridad al acercarse a nuevas mascotas en situaciones incontroladas. Enseña a tus hijos que, al igual que las personas, los animales tienen personalidades diferentes, y que algunos pueden tener miedo o desconfiar de los extraños.
#4 Preguntar al propietario antes de tocar
Muchas personas pasean a sus perros por lugares públicos y, en muchos casos, no tienen ningún problema en que los extraños les pidan que los acaricien. Sin embargo, no todos los perros quieren que los acaricien cuando están en público (recuerde: ¡los perros tienen límites!). Los niños (¡y los adultos!) deben saber que siempre deben pedir permiso al dueño antes de tocar o acercarse al animal de compañía de otra persona.
Aunque el perro mueva la cola alegremente, puede tratarse de un perro de servicio o de uno que esté en adiestramiento y no debe tocarse sin permiso del dueño. Un perro amistoso también puede tener preferencias en cuanto a dónde o cómo se le acaricia. Por último, es de buena educación preguntar primero.
#5 Enseñar lenguaje corporal básico
En la mayoría de las situaciones, un perro le dirá antes de que ocurra nada que está incómodo o descontento, y lo hace con su lenguaje corporal. Enseñar a un niño a identificar las señales potencialmente peligrosas o reveladoras de un perro que dice «no te acerques a mí» puede ahorrar a todos un gran susto.
Un perro puede sentirse incómodo o infeliz si lo está:
- Metiendo el rabo entre las piernas
- Acobardarse o encorvarse
- Mostrar los dientes o gruñir
- Poner las orejas hacia atrás
- Ojos que se abren
- Esconderse o evitar el contacto
- Gruñidos
Con los gatos, el lenguaje corporal puede ser un poco diferente. Deja al gato en paz si es así:
- Siseo
- Arqueando la espalda
- Tiene las orejas pegadas a la cabeza
- Acobardado
Estos signos no siempre son fáciles de explicar, sobre todo a los niños pequeños. Si una mascota parece alertar a tu hijo y no le deja espacio, lo mejor sería apartarlo de la situación.
#6 No le quite la comida ni los juguetes a una mascota
Esto es especialmente cierto en el caso de los perros, ya que pueden ponerse a la defensiva o proteger cosas como la comida y los juguetes. En general, es una buena práctica enseñar a tu hijo a no coger nunca estos objetos de ningún perro, ni siquiera de uno con el que esté familiarizado, ya que podría morderle. Aunque el perro no vigile su comida ni sus juguetes, puede pensar que el niño intenta iniciar un juego de tira y afloja, y podría morderle o hacerle daño sin querer.
Si ven que su perro tiene algo en la boca que no debería, deben pedir ayuda a un adulto.
#7 Enseñe a su hijo a hacer una presentación adecuada
Siempre es mejor dejar que un animal te olfatee antes de iniciar cualquier tipo de contacto físico. En el caso de los niños, este aspecto es especialmente importante.
Acercarse lentamente a un animal es una buena práctica, ya que así se asusta menos. Por muy excitados que estén, deben utilizar una voz calmada y una mano suave cuando interactúen por primera vez con una mascota extraña (e incluso con las conocidas). Recuerda que es importante establecer límites con los animales.
El siguiente paso es dejar que el animal huela a corta distancia. NO debes poner la mano en la cara del perro o gato para «dejar que olisquee». En su lugar, mantenga la mano suavemente hacia la parte delantera de su cuerpo y deje que la mascota se acerque y la olfatee. Si la mascota rehúye o da cualquier otra indicación de que no se siente cómoda, la opción más segura es quedarse quieto o alejarse con calma.
#8 Utilice una palma plana cuando le dé golosinas
A veces, los animales demasiado entusiastas se excitan un poco con un tentempié y pueden morderte los dedos al coger una golosina. Para los adultos, no siempre es un gran problema, pero para los niños pequeños, sus pequeños dedos son más propensos a lesionarse por un pellizco accidental.
Ahí es donde entra en juego la técnica de la «mano plana» para dar golosinas.
Es muy sencillo: haga que su hijo extienda una mano abierta y deje que el animal coja la golosina de su palma. Si su hijo es muy pequeño o su mascota se excita demasiado con las golosinas como para cogerlas con calma, enseñarle a tirarlas al suelo delante del animal puede ser la mejor opción.
#9 Deja que el animal venga a ti
Una de las mejores formas de caerle bien a un animal es dejar que se acerque a ti cuando esté preparado. Buscar activamente la atención de esa mascota a menudo hace que quieran evitar a esa persona.
En el caso de los niños, su afán por acariciar y estar cerca de un animal suele tener el efecto contrario. Aquí es donde entra en juego enseñarles esos importantísimos límites (nº 1). Si la mascota desea tu atención, acudirá a ti cuando esté preparada. Si un niño quiere llamar la atención de una mascota y jugar con ella, puede utilizar un juguete para llamar su atención desde lejos y permitir que la mascota se acerque e investigue.
En general, su hijo no debe acercarse ni tocar a las mascotas cuando están durmiendo. ¿Qué te parecería si alguien viniera y empezara a pincharte mientras duermes la siesta?
#10 Supervisar, Supervisar, Supervisar
Los profesionales veterinarios no se cansan de repetirlo: Supervise a sus hijos cuando estén cerca de animales de compañía. ESPECIALMENTE, si su hijo es muy pequeño o no tiene experiencia con animales. Permitir el acceso sin supervisión puede provocar accidentes y lesiones al niño o al animal, ¡y nadie quiere eso! Se tarda de varios meses a incluso años en desarrollar una relación sólida con una nueva mascota, e incluso entonces pueden ocurrir accidentes, por lo que vigilar a tu mascota y a tu hijo es la forma más segura de garantizar unas relaciones de confianza.
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